Los Sacramentos de La Iglesia Católica
Primer sacramento: Bautismo
El primer sacramento de la
iniciación recibe, ante todo, el nombre de Bautismo, en razón del rito central
con el cual se celebra: bautizar significa “sumergir” en el agua; quien recibe
el bautismo es sumergido en la muerte de Cristo y resucita con Él “como una
nueva criatura” (2 Co 5, 17). Se llama también “baño de regeneración y
renovación en el Espíritu Santo” (Tt 3, 5), e “iluminación”, porque el
bautizado se convierte en “hijo de la luz” (Ef 5, 8).
Se presente a partir del gesto
de derramar el agua sobre la cabeza del catecúmeno, se distinguen variedades en
cuanto a la presencia o ausencia de pila bautismal, la edad de la persona en
ser bautizada, así como algunas representaciones donde el niño se introduce por
completo dentro de la fuente bautismal.
Segundo sacramento: Confirmación
En la Antigua Alianza, los
profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías
esperado y sobre todo el pueblo mesiánico. Toda la vida y la misión de Jesús se
desarrollan en una total comunión con el Espíritu Santo. Los Apóstoles reciben
el Espíritu Santo en Pentecostés y anuncian “Las maravillas de Dios” (Hch
2,11). Comunican a los nuevos bautizados, mediante la imposición de las manos,
el don del mismo Espíritu. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha seguido
viviendo del Espíritu y comunicándolo a sus hijos.
Tercer sacramento: Eucaristía
La Eucaristía es el sacrificio
mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para
perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando
así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad,
vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se
llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna.
En estos cuatro audios se
habla de la eucaristía como misterio de fe y amor, se trata la presencia real
de Jesús en la eucaristía y se afirma que cuando comulgamos recibimos al mismo
Cristo. Por último, se explica dónde se produce este milagro, que el pan y el
vino se transformen en el cuerpo y sangre de Jesús: La Eucaristía.
Cuarto sacramento: Confesión
Puesto que la vida nueva de la
gracia, recibida en el Bautismo, no suprimió la debilidad de la naturaleza
humana ni la inclinación al pecado, Cristo instituyó este sacramento para la
conversión de los bautizados que se han alejado de Él por el pecado. Para
conseguir esto es necesaria la presencia de un sacerdote, una persona, a la
cual le deben perdonar los pecados por medio de la reconciliación. Luego de la
confesión se le da la reconciliación y una penitencia.
Quinto sacramento: Unción de los enfermos
Con el sacramento de la Unción
de los enfermos, la Iglesia acude en ayuda de sus hijos, que empiezan a estar
en peligro de muerte por enfermedad grave o vejez. El sacramento de la Unción
de enfermos proporciona al cristiano gracia para vencer las dificultades
inherentes al estado de enfermedad grave o vejez.
Sexto sacramento: Orden sacerdotal
El sacramento del Orden es
aquel mediante el cual, la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles, sigue
siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Para las necesidades
sociales de la Iglesia y de la comunidad civil, Jesucristo instituyó el Orden
sacerdotal y el Matrimonio, ordenados a la salvación de los demás; por eso se
les conoce como sacramentos al servicio de la comunidad.
Séptimo sacramento: Matrimonio
La alianza matrimonial del
hombre y de la mujer, fundada y estructurada con leyes propias dadas por el
Creador, está ordenada por su propia naturaleza a la comunión y al bien de los
cónyuges, y a la procreación y educación de los hijos. Jesús enseña que, según
el designio original divino, la unión matrimonial es indisoluble: “Lo que Dios
ha unido, que no lo separe el hombre” (Mc 10, 9).
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